sábado, 13 de junio de 2015

La luz de Lucía

Apenas quedan unas horas para que la magia convertida en letra regrese a las librerías hasta el próximo año. Por suerte para mi, y con ganas de que se convierta en tradición, este ha sido el tercer año consecutivo que he podido asistir a la Feria del libro de Madrid.



A medida que pasa el tiempo voy descubriendo pequeños trucos que hacen que la disfrute un poquito más. Este año he podido descubrir la espectacular agenda de cuenta cuentos que llevan a cabo en el pabellón de literatura infantil.



En cuanto me enteré de que Margarita del Mazo iba a presentar su nuevo cuento, ilustrado por Silvia Álvarez, lo marqué y remarqué en el calendario, no podía dejar pasar la oportunidad. Quizá suene exagerado, pero me quedé hechizada con su manera de contar cuando la vi por primera vez en el Colegio Público Virgen de la Nueva, en San Martín de Valdeiglesias. Allí nos contó la historia de Camuñas , el brujo que no se cortaba las uñas; y desde entonces, entre los cuentos que contamos en clase es uno de los imprescindibles.

Esta feria llevaba varias historias para alegrarnos las orejas y por suerte yo pude escuchar una de ellas: La luz de Lucía, de la editorial Cuento de Luz.



"Chas, chas, chas, nos vamos a brillar" Con esta cancioncilla conocemos a Lucía, la pequeña de la familia de las luciérnagas que está impaciente por crecer y poder hacer lo que hacen los mayores, salir por la noche e iluminar el bosque, pero... ¿qué ocurre cuando ella cree que su tarea no es tan importante como la de los demás?


Esta historia nos permite reflexionar a mayores y pequeños sobre lo indispensables que somos todos para que el mundo funcione bien, o por lo menos esa fue mi lectura aunque cada relato tiene tantas interpretaciones como lectores se aproximen a él. Las ilustraciones son llamativas, auténticos carnavales de arco iris que nos invitan a jugar con mil colores y que atrae la atención de los ojitos menuditos que quieren averiguar si Lucía lucirá. Tengo que confesar que la historia en un principio no me resultó extraordinaria, pero al ver a su autora introduciendo movimientos y breves canciones en la narración descubrí que resultaría muy seductora para el público infantil, así que no lo dudé.



 Como una niña con zapatos nuevos no pude evitar ir a la caseta de la Librería Camelot, que tiene su tienda  en Fuenlabrada y ponerme en la cola para que Margarita y Silvia pudieran firmar mi cuento.



Era de esperar entre tanto cuento que alguno más se viniera conmigo, 
sucumbí ante El Rebaño, pero esa ya es otra historia...

domingo, 10 de mayo de 2015

Día 12 Frankfurt y vuelta a casa

Todo lo que empieza tiene que acabar. Hoy es el último día de nuestras vacaciones en tierras germanas, pero estoy segura que no será la última vez que las visitemos. La diversidad que ofrece el país nos hace intuir que nos queda mucho por conocer.
Nos marchamos temprano de Heidelberg. Dejamos el coche en el aeropuerto de Frankfurt, las maletas en la consigna y cogemos un tren que nos deja en la estación central de Frankfurt.



Frankfurt es una clara muestra del mestizaje de Alemania. En esta ciudad se mezcla lo antiguo con lo actual, lo tradicional con lo moderno, la riqueza con la pobreza, los del norte con los del sur. No me atrevería a decir que esta ciudad te enamora, más bien es un lugar que no te deja indiferente: o te gusta o te parece un engendro.



Ha resurgido de las cenizas de la 2ª Guerra Mundial, pero yo no diría que es el ave fénix, para mi es más parecida a Frankenstein. Han reconstruido el centro intentando darle un aspecto tradicional, pero los rascacielos del resto de la ciudad hacen imposible que imagines que estás en una ciudad encantadora. A mi me parece que está encantada por el poder del dinero.


El casco histórico, donde se encuentra el Ayuntamiento, (Rathaus) intenta agradar al turista, pero no deja de parecer un decorado impuesto en el centro de la ciudad.






Nos alejamos de la parte monumental y nos acercamos a la parte comercial. Toda la zona está llena de tiendas, desde las mas normales a las más lujosas. Nos encontramos con un biergarten enorme que ofrece comida de cualquier tipo y bebida de manzana o cerveza. Para despedirmos decidimos comprar salchichas frankfurt, no podía ser de otra manera.






El tiempo pasa rápido y empezamos a recorrer el camino a la inversa, dirigiéndonos a la estación de tren para regresar al aeropuerto. Nos encontramos algunos lugares pintorescos como la Ópera


Un oso y un toro que fueron donados como símbolo de los mercados a la ciudad de Frankfurt y que resume claramente quien gobierna en este lugar.




Una última mirada y llegamos a la estación de tren. 


Se acaba la aventura



Hemos visitado todos los que están, pero no todos los que son.

sábado, 9 de mayo de 2015

Día 11 Heidelberg

Empiezan las despedidas. Hoy ya decimos adiós al campo base. Madrugamos, la costumbre de estas vacaciones hace que no necesitemos despertador. Es 15 de agosto y se nota el fervor religioso en Gengenbach. Una multitud de gente camina hacia la iglesia. Todos llevan trajes y vestidos propios de la región y ramos de flores. Los hay de todos los tamaños y colores. Si a algún despitado se le ha olvidado hay varios puestos donde pueden comprarlos. Conseguimos entrar en la iglesia, un minuto es suficiente para ver el altar abarrotado de flores.



 Comienza el oficio religioso y decidimos marcharnos.

Nos queda un intenso día en Heidelberg, acompañados por la lluvia y la humedad. Dejamos el pueblo a las 8.30 y antes de las 10 ya estamos en la ciudad.
Heidelberg es famosa por varios motivos. En ella se encontró en 1907 la primera mándibula humana que hace pensar que había presencia humana en Europa hace 600.000 años. Por otro lado, se encuentra la universidad más antigua de Alemania.

Conseguimos aparcar cerca del hotel y vamos a dejar las maletas. Con diferencia es uno de los hoteles que recordaremos toda la vida y no precisamente por sus comodidades. Se trata de un edificio antiguo, parecido a una casa señorial, con escaleras enmoquetadas, pasamanos de madera, lámparas con lágrimas de cristal y cuadros de los antepasados desde el siglo I d.C por lo menos. Presumimos de "buena suerte" y nos toca una habitación cuádruple, inmensa, en la ÚLTIMA planta y SIN ascensor. Solo Carlos sabe lo ligeras que son las maletas después de ese esfuerzo, jejeje. La habitación tiene una decoración de lo más...pero eso es lo de menos. Lo peor de todo son los colchones. Soy de sueño fácil y capaz de dormir encima de una piedra, pero lo de esos colchones no tiene nombre. La parte divertida está en el mando de la televisión. No exagero si escribo que su tamaño era similar a un zapato de la talla 45. Ahí lo dejo ;)


Una vez superado el susto inicial, cogemos el paraguas y ponemos rumbo a la calle peatonal más larga de Europa desde 1978. Alrededor de 1.6 km que unen la Bismarckplatz hasta el Ayuntamiento.



Pretendemos llegar al Palacio o Castillo, desde el siglo V a.C los Celtas lo usaron como fortaleza y más tarde los romanos y otros colonizadores fueron variando su uso.


Subimos en funicular y la ciudad queda a nuestros pies. La estación se encuentra detrás de la plaza del Grano y la subida hasta la estación de Molkenkur cubre una longitud de 471 metros. El trayecto apenas dura 5 minutos, pero merece la pena. El precio del billete de ida y vuelta son 6 euros e incluye la visita a los jardines, la bodega y la farmacia.


Gran parte del castillo está siendo rehabilitado aunque no por ello es menos espectacular. La Dicker Turm («torre gruesa»)fue dinamitada,pero podemos ver otras estancias.


 Desde uno de los miradores podemos ver toda la zona que hemos recorrido a pie.


Es espectacular como cruza el río Neckar la ciudad. Más tarde podremos pasar por uno de los puentes y si nos entretenemos un poco incluso podremos ver como cruzan los barcos mediante el sistema de esclusas.


Seguimos avanzando y vamos a visitar los jardines


La bodega

 Y el gigantesco barril, hecho de madera. En realidad hubieron 4 barriles desde el siglo XVI y en ellos se recogía la décima parte de la recolección de vino. No era de gran calidad, pero  no suponía impedimento para que se lo bebiesen en una media de 150 días.


Regresamos de nuevo a los pies de la ciudad en funicular. Tenemos hambre, son muchas horas las que estamos en ruta y decidimos entrar en calor en una taberna.

Con las pilas cargadas de nuevo volvemos a recorrer la calle peatonal, fijándonos en los edificios barrocos.




Rumbo al paseo de los filósofos, ( Philosophenweg ). Heidelberg fue el centro del Romanticismo en Alemania y este paseo con vistas a la ciudad y al Palacio es una joya que queda de ello.


Agotados por las escaleras que hay que subir hasta llegar a la colina descansamos con el atardecer.


Y sin mucha prisa regresamos al hotel. Nos detenemos en el puente y podemos ver pasar al barco.





 Es la segunda vez que lo vivimos. Una vez en el Nilo, subidos en el barco y hoy desde el puente. Sigue siendo espectacular.

Cae la noche, ya sin fuerzas y con un gran chaparrón nos comemos un crepe de camino al hotel y a sufrir el colchón.

viernes, 8 de mayo de 2015

Día 10 Ruta a pie por Gengenbach

Hoy es un día dedicado a despedirnos de Gengenbach. Ha sido nuestro campo base durante la estancia en la Selva Negra y queremos conocer un poco mejor el entorno que ha forjado el carácter de la gente amable del lugar.
Nos calzamos las zapatillas de montaña e iniciamos el camino a través de una de las múltiples sendas.


Nos acompaña el sol durante gran parte del camino. El entorno esta limpio, cuidado. La pista es de terreno firme y nada pedregoso. Es un placer encontrarnos con bancos a lo largo del recorrido en los que puedes sentarte y observar el paisaje o leer fragmentos literarios que hay inscritos en piedras. Una pena no saber alemán.

 Llevamos de todo en la mochila para preparar una rica comida, pero un gran nubarrón parece planear destrozar nuestra idea. Por suerte, los alemanes presumen de eficaces y allí, enmedio de la montaña, nos encontramos con un refugio apto hasta para los más escrupulosos.




Sacamos el pan, la ensalada, los tomates, yogures...y mientras comemos dejamos pasar la tormenta.
Regresamos a Gengenbach y descansamos un poco en la casa en la que nos alojamos.



Cenamos en el restaurante donde lo hicimos la primera noche y damos un último paseo nocturno. Mañana nos queda un día largo y lleno de paisajes nuevos en Heidelberger