A medida que pasa el tiempo voy descubriendo pequeños trucos que hacen que la disfrute un poquito más. Este año he podido descubrir la espectacular agenda de cuenta cuentos que llevan a cabo en el pabellón de literatura infantil.
En cuanto me enteré de que Margarita del Mazo iba a presentar su nuevo cuento, ilustrado por Silvia Álvarez, lo marqué y remarqué en el calendario, no podía dejar pasar la oportunidad. Quizá suene exagerado, pero me quedé hechizada con su manera de contar cuando la vi por primera vez en el Colegio Público Virgen de la Nueva, en San Martín de Valdeiglesias. Allí nos contó la historia de Camuñas , el brujo que no se cortaba las uñas; y desde entonces, entre los cuentos que contamos en clase es uno de los imprescindibles.
Esta feria llevaba varias historias para alegrarnos las orejas y por suerte yo pude escuchar una de ellas: La luz de Lucía, de la editorial Cuento de Luz.
"Chas, chas, chas, nos vamos a brillar" Con esta cancioncilla conocemos a Lucía, la pequeña de la familia de las luciérnagas que está impaciente por crecer y poder hacer lo que hacen los mayores, salir por la noche e iluminar el bosque, pero... ¿qué ocurre cuando ella cree que su tarea no es tan importante como la de los demás?
Esta historia nos permite reflexionar a mayores y pequeños sobre lo indispensables que somos todos para que el mundo funcione bien, o por lo menos esa fue mi lectura aunque cada relato tiene tantas interpretaciones como lectores se aproximen a él. Las ilustraciones son llamativas, auténticos carnavales de arco iris que nos invitan a jugar con mil colores y que atrae la atención de los ojitos menuditos que quieren averiguar si Lucía lucirá. Tengo que confesar que la historia en un principio no me resultó extraordinaria, pero al ver a su autora introduciendo movimientos y breves canciones en la narración descubrí que resultaría muy seductora para el público infantil, así que no lo dudé.
Como una niña con zapatos nuevos no pude evitar ir a la caseta de la Librería Camelot, que tiene su tienda en Fuenlabrada y ponerme en la cola para que Margarita y Silvia pudieran firmar mi cuento.
Era de esperar entre tanto cuento que alguno más se viniera conmigo,
sucumbí ante El Rebaño, pero esa ya es otra historia...
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