sábado, 25 de abril de 2015

Día 8 ALSACIA: Selestat - Castillo de Haut-Koenigsbourg - Bergheim- Ribeauville.


Día ameno y variado.
El tiempo nos acompaña en este verano primaveral de agosto.
Conseguimos el desayuno, especialmente el "nesquick" de Carlos.
En ninguna cafetería nos entiende cuando lo pedimos con leche del tiempo, así que está haciendo un intensivo en cata de batidos de chocolate fríos o calientes, con nata o sin ella, mil maneras de tomar un vasito de leche con cacao. El lado positivo es que a la fuerza ha aprendido a ser más flexible en sus desayunos ;)
Una vez en el coche nos marchamos a tierras francesas de nuevo. Todos los pueblos que visitamos son de cuento de los hermanos Grimm. Cascos históricos conservados, casas de muñecas, flores en los balcones y mirada hacia el cielo porque en cualquier momento parece que un dragón va a sobrevolar nuestras cabezas en las villas medievales.


Es nuestro día de suerte. Aparcamos con facilidad en Selestat. Cuenta la leyenda que fue creada por el gigante Sletto, del que proviene su nombre. Vamos a la oficina de turismo y con el mapa en la mano callejeamos. Nos encontramos con la iglesia de Saint-Georges de Schlettstadt, en estilo gótico. Es día de mercado y nos perdemos la posibilidad de ver bonitas fachadas aunque podemos curiosear el precio de frutas y verduras y comparar con los de España. Hace bastante calor, hay mucho tumulto y nos marchamos al Castillo de Haut-Koenigsbourg a 10 km al este de Sélestat, desde el cual hay unas vistas preciosas. No sin hacer antes las fotos de rigor.










Llegar al Castillo de Haut-Koenigsbourg ya resulta agradable por si mismo ya que ascendemos la montaña entre curvas y árboles. el sueño se acaba cuando nos topamos con una larga cola para acceder. Nos fijamos en la cantidad de coches aparcados en los arcenes y sin dudarlo y con un par de maniobras dejamos el coche.



Ahora ya, caminando por la ladera de la montaña, entre sombras y un aire refrescante llegamos al Castillo. El estado de conservación es tal que...bueno parece recien construido. Tanta perfección en su remodelación hace que pierda encanto. Nos da la sensación de estar en un decorado de película. Aún así paseamos por el lugar y observamos como queda algo de los tiempos en que fue abadía de Lièpvre y la huella evidente de su función como fortaleza.

















Es la hora de comer. Hoy no llevamos provisiones. Estamos en zona turística y no es eso lo que queremos, así que nos salimos de la ruta, circulamos entre viñedos a la derecha y a la izquierda y terminamos encontrando una JOYA: Bergheim.



Bergheim apenas tiene turistas y los pocos que encontramos van en moto. Hay algunos restaurantes, no muchos porque la población no tiene una gran extensión.













La comida muy rica. La primera vez que como Flambeé y repetiré. Es una pizza a lo francés ;)



Nos marchamos con pena de este sueño hecho realidad y nos metemos de sopetón en el atasco. Unos kilometros separan Bergheim de Ribeauville y es como descender al infierno. Vuelve el calor, montones de coches, gente, gente y más gente paseando por las calles...


Es una de las mayores productoras de vino de la región.




No estamos demasiado tiempo allí. No encontramos nada que despierte el interés, excepto una preciosa pastelería que ofrece degustar unas bolitas de coco muy buenas, pero no tanto como para pagar lo que piden. Así que media vuelta y al coche.


Volvemos a Gengenbach, diefrutamos de la puesta de sol entre enormes girasoles.



Preparamos la cena y nos despedimos hasta el próximo día








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