domingo, 12 de abril de 2015

Día 7 Triberg - Wittenbach - Titisee - St. Peter - Freiburg im Breisgau

Nos ponemos en pie con los primeros rayos de sol.

De camino a las cataratas de Triberg son varias las tiendas de souvenirs que nos encontramos. Todas ellas similares, por lo que en varias ocasiones nos pasamos de largo la casa que por dentro representa el funcionamiento de un reloj de cuco.

Llegamos más tarde de lo esperado a Triberg. Dejamos el coche en un parking de pago, es imposible hacerlo en otro lugar. Pagamos la entrada y comenzamos el paseo ascendente.



 El entorno es agradable y bonito aunque después de haber visto la fuerza del Rhin en Suiza, estas cataratas nos resultan decepcionantes.

Una vez vistas decidimos seguir uno de los caminos que  hay en el bosque.

Las fotos hablan por si solas

Naturaleza por todas partes.








 Este merendero, perdido entre tanto árbol, es un homenaje a alguien que fue importante en el lugar, o por lo menos, eso es lo que nos parece traducir de lo que está escrito en alemán.







De regreso nos encontramos con un árbol de la época de Matusalen. Cuatro personas no pueden rodear su tronco.
Una vez dedicada media jornada a la naturaleza ahora nos toca ir a ver lugares curiosos como la pista de skylifte de Wittenbach. Es impresionante imaginar la velocidad y altura con la que se lanzan.









De camino a Friburgo hacemos dos paradas. Una de ella es en Titisee. Es un lago de gran extensión, pero muy turístico. Podemos aparcar media hora gratis, y así lo hacemos, ya que al ver la cantidad de gente que hay y lo difícil que va a resultar disfrutar del entorno, decidimos pasear a la velocidad de la luz y estar de nuevo en el coche antes de que acabe la media hora.


El segundo lugar es St. Peter, una pequeña población donde el viento sopla con ganas y donde podemos encontrar el monasterio de San Pedro, construido en 1093 con funciones domésticas y funerarias. Es enorme y solemne, sobre todo cuando descubres su interior. Por lo demás, el pueblo no ofrece otras atracciones aunque si la tranquilidad.




En poco más de 30 minutos llegamos a Freiburg im Breisgau. El centro histórico de la ciudad es adorable. Sus calles invitan a pasear y en ellas vemos por primera vez durante este viaje a niñas y niños que llevan unos barquitos de madera atados a un cordón para dejarlos caer en los canales de las calles.









Decidimos cenar en un lugar muy recomendado. Pronto nos arrepentimos de la elección ya que hay un solo camarero para la terraza y el interior y en la cocina debe pasar lo mismo ya que tardan mucho en servirnos. Y no es que seamos impacientes nosostros, el resto de clientes empiezan a pedir la cuenta. A nosotros se nos hace un mundo ya que no sabemos como hacerlo en alemán. Por suerte hay un matrimonio amabilisimo que nos ayuda. El camarero al ver la espantada de clientela nos asegura que en cinco minutos tendremos la cena...y así es. Dos horas después ¡CENAMOS!


El incoveniente es que nos espera un largo camino de vuelta a Gengenbach. Llegamos muy tarde y con muchas ganas de descansar porque nos quedan días muy intensos por delante.

1 comentario:

  1. Hola, me encanta tu blog, por eso te he concedido un premio. Puedes pasar a recogerlo a mi blog http://materiales-infantil.blogspot.com.es/2015/04/premio-parabatais.html Un saludo ^-^

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