No entraba en nuestros planes, pero nos encontramos con la basílica de Birnau, enorme y vigilante de las aguas del lago Constanza, así que paramos y la visitamos.
El día amanece nublado y con una lluvia ligera que acompaña, pero no molesta. Seguimos la ruta hasta Constanza. Aparcamos en las afueras y cogemos el autobús hasta el centro.
Hay muchísima gente veraneando, pero es muy agradable recorrer sus calles.
A la vuelta nos subimos en el autobús equivocado, pero el conductor, que se apiada de nosotros, amablemente nos dice donde bajar para no caminar demasiado. Tenemos suerte y hay un Lidl, así que entramos y reponemos las provisiones.
Al llegar a Stein am Rhein nos sentamos en las piedras, a la orilla del majestuoso Rhin y nos preparamos la comida. Tomamos un baño y copiamos el juego de los que están allí: nos metemos en el agua transparente y nos dejamos llevar por la corriente, una y otra vez.
Una vez secos y cambiados curioseamos por el pueblo y ¡menuda joya! El chocolate es un verdadero placer prohibido...pero que rico está.
El sol nos acompaña hasta las cataratas del Rhin. Una vez más la naturaleza nos deja callados, inmensa y soberbia.
Es importante recordar que para llegar a las cataratas hay varias carreteras y una de ellas es de pago...jijiji, mucho cuidado. Nosotros las esquivamos casi al 100%, y a día de hoy no nos ha llegado ningún recuerdo.
Una vez abandonamos tierras suizas, nos espera un rato de coche hasta Gengenbach, nuestro campo base para disfrutar 5 días intensos en la Selva Negra. El primer día solo tenemos tiempo para llegar a la casa rural, cenar en el italiano y luego a descansar...
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